Guillermo Pacheco

Guillermo Pacheco es un artista formado fuera de la academia, desde sus primeras experiencias recuerda los petroglifos en el río donde jugaba de niño, “La Piedra del Santo” es una gran loza de granito sólida tallada a mano que representa la fauna, la pesca y el maíz; elementos de origen.

Relata su descubrimiento al observar, en el arado de su padre, como aparecían de los surcos de la tierra unas figuritas de barro como rostros deformados, esgrafiados, jabalíes, serpientes en espiral, aves y venados. “Crecí con tradiciones orales que el abuelo nos contaba de quimeras imaginarias, río arriba donde existían animales que no eran de este mundo, de tortugas enormes parecidas a grandes piedras talladas en la roca, líneas concéntricas, las reconozco como los motivos que se fijan de mi memoria”.

La arqueología acaparó su atención desde su adolescencia, participó, años mas tarde en el proyecto de Monte Albán con el Arqueólogo Marcus Winter. Los cortes estratigráficos de la misma lo llevó a comprender que la composición áurea de Fibonacci estaba incorporada en cada rincón y en cada estela tallada en la representación del Quetzalcoatl dentro las pirámides superpuestas.

Así la arquitectura prehispánica fue parte fundamental en el desarrollo de sus temas y fomentó su gusto por composiciones monumentales. La restauración de pintura mural, fue influencia en el aprendizaje de los materiales, el temple antiguo y magro, el encausto, técnicas fundamental en el siglo XVI, la arquitectura novohispana trabajada por artesanos y orfebres, canteros y pintores indígenas le dieron pauta al diseño de Santo Domingo de Guzmán, en la verde Antequera de la ciudad de Oaxaca.

“Recuerdo figuras zoomorfas en las paredes de los conventos, animales salidos de las quimeras y saltimbanquis con flores y ornamentos barrocos”.

“Los que venimos de comunidades indígenas, donde cosmogonías, ancestrales, creencias, y tradiciones orales, del agua, la tierra, las formas de cultivo marcan los ritmos de la vida, nos enseñan, junto con las enseñanzas de los viejos Tlacuilos, que la sabiduría marcada por los astros, resuena, como eco en los paisajes y marina.”

Hierve el Agua, 2016, Óleo y tierras sobre tela, 140 x 200 cm
Hierve el Agua, 2016, Óleo y tierras sobre tela, 140 x 200 cm
La ladrillera, 2016, Óleo y tierra sobre tela, 140x200 cm
La ladrillera, 2016, Óleo y tierra sobre tela, 140x200 cm
La ladrillera, 2016, Óleo y tierra sobre tela, 140x200 cm

Guillermo Pacheco

La ladrillera, 2016, Óleo y tierra sobre tela, 140x200 cm
La ladrillera, 2016, Óleo y tierra sobre tela, 140x200 cm
Hierve el Agua, 2016, Óleo y tierras sobre tela, 140 x 200 cm
La ladrillera, 2016, Óleo y tierra sobre tela, 140x200 cm
Hierve el Agua, 2016, Óleo y tierras sobre tela, 140 x 200 cm

Guillermo Pacheco es un artista formado fuera de la academia, desde sus primeras experiencias recuerda los petroglifos en el río donde jugaba de niño, “La Piedra del Santo” es una gran loza de granito sólida tallada a mano que representa la fauna, la pesca y el maíz; elementos de origen.

Relata su descubrimiento al observar, en el arado de su padre, como aparecían de los surcos de la tierra unas figuritas de barro como rostros deformados, esgrafiados, jabalíes, serpientes en espiral, aves y venados. “Crecí con tradiciones orales que el abuelo nos contaba de quimeras imaginarias, río arriba donde existían animales que no eran de este mundo, de tortugas enormes parecidas a grandes piedras talladas en la roca, líneas concéntricas, las reconozco como los motivos que se fijan de mi memoria”.

La arqueología acaparó su atención desde su adolescencia, participó, años mas tarde en el proyecto de Monte Albán con el Arqueólogo Marcus Winter. Los cortes estratigráficos de la misma lo llevó a comprender que la composición áurea de Fibonacci estaba incorporada en cada rincón y en cada estela tallada en la representación del Quetzalcoatl dentro las pirámides superpuestas.

Así la arquitectura prehispánica fue parte fundamental en el desarrollo de sus temas y fomentó su gusto por composiciones monumentales. La restauración de pintura mural, fue influencia en el aprendizaje de los materiales, el temple antiguo y magro, el encausto, técnicas fundamental en el siglo XVI, la arquitectura novohispana trabajada por artesanos y orfebres, canteros y pintores indígenas le dieron pauta al diseño de Santo Domingo de Guzmán, en la verde Antequera de la ciudad de Oaxaca.

“Recuerdo figuras zoomorfas en las paredes de los conventos, animales salidos de las quimeras y saltimbanquis con flores y ornamentos barrocos”.

“Los que venimos de comunidades indígenas, donde cosmogonías, ancestrales, creencias, y tradiciones orales, del agua, la tierra, las formas de cultivo marcan los ritmos de la vida, nos enseñan, junto con las enseñanzas de los viejos Tlacuilos, que la sabiduría marcada por los astros, resuena, como eco en los paisajes y marina.”