María José Lavín
María José Lavín es una artista plástica y escultora mexicana. Su obra es de temática diversa, y entre los materiales que ocupa para la misma están el fieltro, el barro, el yeso y la piel.
La mujer es vista por dentro, por ella misma; resignificando a la Venus.
Un revival, o recuperación sígnica del pasado, la imagen clásica se recupera en la posmodernidad. Se trata de trasgredir los lenguajes entre sí, trabajar en ellos para buscar una nueva sintaxis de la forma. Antes la mujer era solo mirada por el hombre. Venus símbolo del amor y la fertilidad ha sido recreada una y otra vez en la escultura, mirada solo por el hombre. Pero los símbolos del amor y la fertilidad ya no pueden ser representados de la misma manera.
La propagación de la estirpe ha mudado en estos tiempos de hedonismo (como diría el filósofo Lipovetsky en La era del vacío), se prefiere el placer al sacrificio del cuidado y el tiempo que habrá que dedicarle a la progenie. En el marco de la vida posmoderna el cuerpo de mujer además de constituirse en un resto, de cosificarse, también se desintegra.
La Venus hoy es una forma donde lo que importa es primordialmente el sexo, el sitio de placer por antonomasia. Por ello la Venus de hoy no puede tener la densidad de otros tiempos debe dar la sensación de volatilidad. Son tiempos de mudanza, de espacios atropellados, de necesidad de viento, de territorios de piel desgarrados, violentados, frágiles, vacíos...
Se nos proporcionó la idea de belleza que las esculturas clásicas eran blancas, cuando en realidad eran policromadas. Las vendas de yeso, a su vez tienen una condición de existencia transitoria y al mismo tiempo de inmovilidad y curación.
María José Lavín
María José Lavín es una artista plástica y escultora mexicana. Su obra es de temática diversa, y entre los materiales que ocupa para la misma están el fieltro, el barro, el yeso y la piel.
La mujer es vista por dentro, por ella misma; resignificando a la Venus.
Un revival, o recuperación sígnica del pasado, la imagen clásica se recupera en la posmodernidad. Se trata de trasgredir los lenguajes entre sí, trabajar en ellos para buscar una nueva sintaxis de la forma. Antes la mujer era solo mirada por el hombre. Venus símbolo del amor y la fertilidad ha sido recreada una y otra vez en la escultura, mirada solo por el hombre. Pero los símbolos del amor y la fertilidad ya no pueden ser representados de la misma manera.
La propagación de la estirpe ha mudado en estos tiempos de hedonismo (como diría el filósofo Lipovetsky en La era del vacío), se prefiere el placer al sacrificio del cuidado y el tiempo que habrá que dedicarle a la progenie. En el marco de la vida posmoderna el cuerpo de mujer además de constituirse en un resto, de cosificarse, también se desintegra.
La Venus hoy es una forma donde lo que importa es primordialmente el sexo, el sitio de placer por antonomasia. Por ello la Venus de hoy no puede tener la densidad de otros tiempos debe dar la sensación de volatilidad. Son tiempos de mudanza, de espacios atropellados, de necesidad de viento, de territorios de piel desgarrados, violentados, frágiles, vacíos...
Se nos proporcionó la idea de belleza que las esculturas clásicas eran blancas, cuando en realidad eran policromadas. Las vendas de yeso, a su vez tienen una condición de existencia transitoria y al mismo tiempo de inmovilidad y curación.